MONTAÑA RUSA...

Hoy tengo una sensación extraña... como cuando vas al parque de atracciones y ves emocionado todos los juegos. Esa cosilla que sube y baja, hasta que decides montarte a uno los juegos. Por decir, yo que sé, la montaña rusa. A lo mejor esta atracción no os haga ni pestañear. A mi me pone el estómago y corazón en la garganta.

Pues sí, esos nervios de sentir que el carrito se mueve y saber que en algún momento llegará a lo alto del todo para luego, irremediablemente, caer...claro, cae pero sigue su camino. No te estrellas.

Hace mucho tiempo que no voy al parque de atracciones. Recuerdo haber ido unas tres veces en mi vida y todas con malas experiencias.

Una, cuando tendría siete años. Mi hermana ya había nacido, así que debió ser con esos años cuando aún la peque estaba en pañales. Subí con mi madre a la montaña rusa. Vaya... no sé como la dejaron, jajaja. Yo toda emocionada viendo como subíamos, y subíamos, y depronto mirar al frente y ver que el camino terminaba para luego bajar... El corazón no se me salió por la boca de milagro. Mi madre, creo que no fue consciente de esa parte de la atracción. Llegamos con los ojos cerrados al final del recorrido, con los ojos llorosos, y risa nerviosa. Puf! no recuerdo el resto.

Otra vez, cuando ya tendría unos... diez tal vez, recuerdo que fui con unas amiguitas y la madre de alguna de estas. Y nos metimos a unas tazas de café que daban vueltas y vueltas. Salí pálida y con ganas de vomitar. Horror! no quise subirme a ninguna más.

Más. Cuando ya contaba la fríolera de diecisiete años, mas o menos, fuimos al Parque de Atracciones de Madrid. La leche! Creo recordar que superé mi trauma con la montaña rusa, nos metimos a otro que se llamaba El Condor, vista panorámica de Madrid, y como lo de la lavadora no me hacía mucha gracia, y aún no habían inventado otros tipo ese de caída libre (jamás!!) nos metimos al gusanito loco. Dios!!!! .... la experiencia mas desagradable de toda mi vida. Menos mal que el dichoso gusanito, que parecía una centrifugadora, era cubierto por una lona sin que se viera lo que pasaba dentro. Pues bien, dentro mua, echó todo encima de la amiga que me acompañaba. "Oliviaaaaaa.... -arcada- me vas ha hacer vomitar!!!". Yo ya no tenía nada que echar. Puaj! ascazo solo recordarlo. Eso sí, la anécdota siempre nos hace reír. Tuvieron que limpiarme a manguerazo.

Pues sí, esa fue mi ultima experiencia, después de comprobar que en el tiovivo también sentía un cosquilleo desagradable en el estómago.

A veces no se necesita subir a una atracción (¿pagar para pasarlo mal? no gracias!) para sentir ese nervio en el cuerpo. Una sensación de "¿cómo terminaré cuando acabe esto?". Echando la pota, o habiendo descargado mogollón de adrenalina. Prefiero lo sengundo desde luego.

¿Quién me manda a mí a subirme al carrito de la montaña rusa otra vez?... bueno... a lo mejor llego echa un ovillo y con los ojos cerrados para luego sentir cierto alivio cuando al abrir los ojos y vea que no estoy sola. O igual estoy mas sola que la una. Da igual, sola o acompañada, ese gusanillo esta dentro otra vez.