Recuerdo que con poco más de seis años en una excursión del cole, en la que nos llevaban a visitar el Convento de Santa Rosa de Lima, hice mi petición. Esta Santa es muy conocida en latinoamérica, aunque para mi gusto su historia sea demasiado sufrida tal vez por como se llevaban a tal extremo en aquella época su amor por Dios. Bueno, en dicho convento hay un pozo. No hay agua, sino esto:
Estas fotos las hice en mi última visita a mi tierra... eché mi carta otra vez, jeje.
Muchas cartas de gente que pide a Santa Rosa aquello que desean. Fé, creencia, prueba, o lo que sea, al final quien mas quien menos echa su cartita. Y a nosotros los niños nos dijeron eso, "Pedid algo que deseéis", Ja! ¿qué pedí?
A mi madre se le puso la cara a cuadritos cuando le dije que todo estaba controlado, y que dentro de poco por fin tendría a la hermanita que tanto deseaba (vía Santa Rosa, jajajaja). Mas a cuadros se puso cuando al poco, lejos de todo pronóstico, efectivamente, ese mismo año se quedó embarazada (digamos que la magia de esta historia radica en la inocencia de todo esto, jajaja... digo yo que mis padres se pondrían moraos a darle al tema sin parar!) y yo tan contena, por fin tendría a mi compañera de juegos... pero "Oooooooh" qué desilusión cuando ví que era del tamaño de mi Pelona (una muñeca bebé), creo que pensé "Mi gozo en un pozo", jajajaja.
Yo quería alguien de mi tamaño y edad con quien jugar a las muñecas, a la cocinita, a armar casitas con Legos, a "matar" soldaditos con las canicas, al escondite, al pilla pilla... ¿y qué tenía?, una bebé llorona. Bonita pero llorona. Así que con casi siete años de diferencia fuimos creciendo... al final me acostumbre a ser la mayor (y como todo hermano mayor, a parte de cuidar al menor, a veces somos un poco... bichos... ya sabeis, los privilegios -y responsabilidades- de los mayores JA-JA-JA-JA -poner risa maléfica por favor), pero no recuerdo jugar mucho con ella como en mis cortos seis y poco años pensaba que haría.
Tiempo mas tarde, no sé en qué momento, mi hermana y yo nos nivelamos, (ella me pasó, ya que es más alta que yo, JA!) y nos convertimos en muy buenas amigas. Es muy sabia la niña, tanto que la llamé La Oráculo (a alguno seguro os suena esto, jeje).
A mi madre se le puso la cara a cuadritos cuando le dije que todo estaba controlado, y que dentro de poco por fin tendría a la hermanita que tanto deseaba (vía Santa Rosa, jajajaja). Mas a cuadros se puso cuando al poco, lejos de todo pronóstico, efectivamente, ese mismo año se quedó embarazada (digamos que la magia de esta historia radica en la inocencia de todo esto, jajaja... digo yo que mis padres se pondrían moraos a darle al tema sin parar!) y yo tan contena, por fin tendría a mi compañera de juegos... pero "Oooooooh" qué desilusión cuando ví que era del tamaño de mi Pelona (una muñeca bebé), creo que pensé "Mi gozo en un pozo", jajajaja.
Yo quería alguien de mi tamaño y edad con quien jugar a las muñecas, a la cocinita, a armar casitas con Legos, a "matar" soldaditos con las canicas, al escondite, al pilla pilla... ¿y qué tenía?, una bebé llorona. Bonita pero llorona. Así que con casi siete años de diferencia fuimos creciendo... al final me acostumbre a ser la mayor (y como todo hermano mayor, a parte de cuidar al menor, a veces somos un poco... bichos... ya sabeis, los privilegios -y responsabilidades- de los mayores JA-JA-JA-JA -poner risa maléfica por favor), pero no recuerdo jugar mucho con ella como en mis cortos seis y poco años pensaba que haría.
Tiempo mas tarde, no sé en qué momento, mi hermana y yo nos nivelamos, (ella me pasó, ya que es más alta que yo, JA!) y nos convertimos en muy buenas amigas. Es muy sabia la niña, tanto que la llamé La Oráculo (a alguno seguro os suena esto, jeje).