De eso me dí cuenta hace tiempo, podría pasarme horas dando un paseo por la urbe, o por el campo. Pero claro, si esto lo hago de tanto en tanto. En los últimos meses mis paseos han sido kilométricos, y así terminaba yo, reventadita. Claro, la compañía se agradecía (y se agradece) y no se hacía pesado ni aburrido tantas horas juntos y andando. Pero vaya, también conlleva un pequeñito inconveniente... ¿cuando puñetas me voy a poner mis taconazos? ayyyyyyyyy.... con lo que me gustan. Claro, con esta cuestión me revelé y me subí a ellos....y el daño que me hacen, leches! pero cuando los llevo puestos muchas horas, y mas si es andando (no os penseis que nada mas subirme a los andamios ya estoy sufriendo, no, no... NO!) , hay momentos y momentos para lucir los zapatitos de princesita (como me diría mi hermana).
Lo que es yo, entre ayer y hoy me he destrozado los pies. Uf! qué dolor...qué agujetas, qué ampollas, qué heridas!!! argh!! con lo bien que voy en playeras y zapatos planos, mis pies protegidos del sol abrasador (cierto, venga a desear que llegue el verano pero luego mis pies lo sufren...snif, snif). Me preguntareis, y ¿qué clase de sandalias llevaba? bueno, unas normales, pero claro, las primeras puestas es lo que tiene, que la piel de nuestros pies esta cual culo de bebé (por eso de estar protegidas durante el invierno y tal), pero hala! es ponerse las sandalias y yo por lo menos, es como si hubiera ido al campo de batalla.
Nada, agua fría, templada, y cremita para calmar el cansancio. Pero oyes, que una masajito en los pies me vendrían fenomenal, eh? de echo, si no teneis mucho reparo con ello (porque hay gente que no le gusta tocar los pies, por ejemplo a mi hermanísima) es de muerte si te apretan aquí o allá...ayyyyy (gritito de placer!), como estaba tan echa polvo ayer, mi chico (ains... venga va, después de mis comidas de olla creo que ya puedo decir eso "mi chico"), tan majo él, me cogió los piececines y me hizo un masajito. No sin dejar de decir "tienes los pies destrozados...!". Ains.... y es que mi odisea fue tal que como me molestaba andar con mis sandalias (ya conocidas) me compré unas por 3 euros que vendían en un puestecillo, eran planitas y no parecían "peligrosas", así que hala, ¿qué son tres euros? (casi nada, pensé), pues nada, bastaron diez minutos para dejarme los pies casi en carne viva. Argh!!!! nunca mais!!!!! me puse nuevamente las otras que aunque me incomodaban no me hacían tanto daño...uf!!!! lo barato sale caro. Directas a la basura que irán... y buscaré mis sandalias de no taconazo, más cómodas para largos recorridos. Lección aprendida. O, los de cuña, ja! que si te sujetan bien el pie, puede ser una gozada de cómodas.
Qué duro es ser mujer, y con el tema de mi mudanza, me doy cuenta que tengo demasiados pares de zapatos... pero es algo que llevamos dentro casi todas las féminas... todos nos valen, jejeje.
Lo que es yo, entre ayer y hoy me he destrozado los pies. Uf! qué dolor...qué agujetas, qué ampollas, qué heridas!!! argh!! con lo bien que voy en playeras y zapatos planos, mis pies protegidos del sol abrasador (cierto, venga a desear que llegue el verano pero luego mis pies lo sufren...snif, snif). Me preguntareis, y ¿qué clase de sandalias llevaba? bueno, unas normales, pero claro, las primeras puestas es lo que tiene, que la piel de nuestros pies esta cual culo de bebé (por eso de estar protegidas durante el invierno y tal), pero hala! es ponerse las sandalias y yo por lo menos, es como si hubiera ido al campo de batalla.
Nada, agua fría, templada, y cremita para calmar el cansancio. Pero oyes, que una masajito en los pies me vendrían fenomenal, eh? de echo, si no teneis mucho reparo con ello (porque hay gente que no le gusta tocar los pies, por ejemplo a mi hermanísima) es de muerte si te apretan aquí o allá...ayyyyy (gritito de placer!), como estaba tan echa polvo ayer, mi chico (ains... venga va, después de mis comidas de olla creo que ya puedo decir eso "mi chico"), tan majo él, me cogió los piececines y me hizo un masajito. No sin dejar de decir "tienes los pies destrozados...!". Ains.... y es que mi odisea fue tal que como me molestaba andar con mis sandalias (ya conocidas) me compré unas por 3 euros que vendían en un puestecillo, eran planitas y no parecían "peligrosas", así que hala, ¿qué son tres euros? (casi nada, pensé), pues nada, bastaron diez minutos para dejarme los pies casi en carne viva. Argh!!!! nunca mais!!!!! me puse nuevamente las otras que aunque me incomodaban no me hacían tanto daño...uf!!!! lo barato sale caro. Directas a la basura que irán... y buscaré mis sandalias de no taconazo, más cómodas para largos recorridos. Lección aprendida. O, los de cuña, ja! que si te sujetan bien el pie, puede ser una gozada de cómodas.
Qué duro es ser mujer, y con el tema de mi mudanza, me doy cuenta que tengo demasiados pares de zapatos... pero es algo que llevamos dentro casi todas las féminas... todos nos valen, jejeje.